About Nicaragua

Sonrisas genuinas, bullicio en la calzada, miradas muy vivas pero, ante todo, alegría fragmentada.
La realidad se impone manifestada en caretas de sumisión, devoción a Dios y buenas palabras pero, en el fondo, rasgos de tristeza afloran con rabia.
Pequeños puestos repletos de suculentas frutas protegen las esquinas de la principal avenida hacia la Acaldía.
Y un poco más allá, la dirección idílica hacia el progreso no parece cernirse dos cuadras al norte y cuatro al este.
La sirena suena y junto con los primeros rayos de luz las callejuelas se empiezan a inundar de personas, taxis, bicis, camiones y motos, muchas de ellas.
Al mediodía la sirena vuelve a sonar, cerca del punto de ebullición donde las burbujas se empiezan a multiplicar para luego desaparecer; es entones cuando la muchedumbre busca cobijo y reposo para el almuerzo.
Pero nadie mejor que un pequeño grupo de muchachos conoce las calles en cada una de las fracciones de tiempo que marca un reloj. Ellos son los niños de la calle, desdichados y desprotegidos mendigan bordes de pizza listos para ser enviados a la basura y ante la falta de apoyo en el camino adormecen sus impulsos aspirando el aroma del pegamento que guardan bajo la manga de sus chaquetas.
Conocer para valorar, agradecer sin apenas justificar, reconocer a tiempo la mejor forma de actuar.
Sigo recordando y sigo pensando en cada detalle mientras de fondo suena Circo Soledad de Ricardo Arjona.

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